La señal crítica

La señal que marcará al docente del siglo XXI es la de poder cerrar parcial o totalmente el Aula con el uso del equipo móvil. La utilización de las TIC y RRSS en educación es inversamente proporcional a la asistencia al aula. A más TIC y RRSS menos Aula. No sé qué será más desacertado y deplorable: permitir el uso del equipo móvil en el aula o rohibirlo; ambas conductas hacen pis fuera del hoyo y rayan con ironía de la TIClada.

Todos los artículos e infografías sobre tendencias, competencias, y señales de la educación y del docente para el siglo XXI están recortados por el mismo patrón. En todos ellos falta la tendencia, la competencia y la señal crítica que pone en jaque al docente del s. XXI: la enseñanza y el aprendizaje ubicuos, deslocalizados.

En un post se hacía la pregunta ¿Es usted un maestro del siglo 21? y a continuación aparecia el siguiente test de comprobación (Versión original).

Falta la señal crítica-disruptiva # 22 que cierre con broche de oro:  Ningún estudiante necesita asistir al aula para ostentar las señales anteriores. La misma pauta se repite con las tendencias de la educación siglo XXI y competencias del docente siglo XXI.

Nunca pensé que el estereotipo del asistencialismo aulístico tuviera tanto arraigo en las mentes del docente moderno pro TIC y RRSS. No importa haber pasado por la experiencia de la “Escuela monacal computadorizada” de Pekka Himanen a principios de este siglo, la sociedad disruptiva de JuanDomingo Fernós, la tecnologización de la escolaridad tradicional de AntonioDelgado y La TIClada de JuanQuintana. No hay santo que descentralice del aula la enseñanza y el aprendizaje.

Recientemente leí que algunas universidades prohíben relojes inteligentes en la sala de clase. Di un brinco en el sofá, abrí el teclado y, sin pensar mucho en la sintaxis, exclaméí “¡Noooo!, el problema no es el discente con equipo móvil, es el docente y el Centro educativo que no proveen para que el discente con equipo móvil haga su trabajo desde otro lugar más apropiado, transparente y económico que el espacio artificial de la sala de clase”.