domingo, 15 de junio de 2014

Las TIC no son para el aula

La tecnología que no sustituya al aula, a la biblioteca, a la escuela, e incluso al maestro, no es nueva ni buena. La nueva tecnología requiere no otras metodologías, sino otros espacios distintos a los del siglo XIX y XX, espacios no-aulísticos.
Administradores, maestros, padres y empresarios de equipo y software digital, en su afán para salvar y llevar la escuela a la altura de los tiempos, han cometido la mayor barbaridad educativa de la historia: la digitalización del aula. Han preferido virtualizar el aula, desvirtuándola, antes de clausurarla. Asistir a la escuela para aprender trigonometría con tecnología móvil, sería como ir al banco para depositar un cheque (talonario) con el Smartphone, o acudir a la biblioteca para bajar de la Nube la última versión del Quijote. Es obvio que para aquellos contenidos curriculares distintos a los conceptuales y procedimentales, como los contenidos técnicos y práxicos (programación, cortometrajes, instrumentación musical, experimentación...), ónticos y de destrezas para la vida, siempre será necesario un espacio aulístico que dé cabida a las dramatizaciones, prácticas y equipo requerido.

El comentario de Matías Peirone que aparece en el primer lugar de esta entrada repite las razones míticas para justificar las TIC en el aula:
  1. Es necesario enseñar (en el aula) con las últimas herramientas, sin abandonar las del pasado. Se cierra la brecha dicotómica entre lo nuevo y lo viejo con el paradigma del complemento y del apoyo. Ambas tecnologías se complementan unas a otras.
  2. El estudiante debe conocer las herramientas de la nueva tecnología para sobrevivir (en el mercado laboral).
En la historia de la tecnología educativa, las tecnologías emergentes de cada época integradas al aula no han impactado en el éxito académico y, lo que es más triste, ninguna de ellas ha propiciado un cambio en la educación. Si algún día llega un cambio en la educación por el uso de las nuevas tecnologías, no será por la integración de las mismas en el aula, sino por la sustitución del aula y de la escuela por las nuevas tecnologías. El aprendizaje está en función del espacio. El espacio influye en el aprendizaje. Todo aprendizaje es tiempo de clausura, de soledad y aislamiento, y el aula actual no es el mejor ambiente para aprender, para comunicarse, para cooperar y compartir con el próximo y mucno menos con el lejano.

Todavía no entiendo lo de conocer y dominar las nuevas herramientas pensando en el futuro. Las herramientas del futuro próximo no existen, y las de hoy no servirán para el mañana. Las nuevas herramientas no sólo cambian continuamente, sino que una misma herramienta modifica constantemente su forma de interaccionar con el usuario. Los países que van a la delantera en el éxito escolar no pierden el tiempo enseñado TICs ni con TICs en el aula. La educación formal sobre las TIC está demás, primero porque nuestros estudiantes se han alfabetizados digitalmente a golpes de intentos y errores antes de pisar la escuela; segundo, por ser estas herramientas esencialmente intuitivas, no exigen adiestramiento alguno, a no ser el adiestramiento para adquirir la capacidad perdida de intuición.

Días después del comentario de Matías Peirone me encuentro con el artículo "Dos falsas afirmaciones sobre el uso de tecnología educativa" de Jordi Martí.

La tecnología que no sustituya al aula, a la biblioteca, a la escuela, e incluso al maestro, no es nueva ni buena. Nos lo advirtieron, primero Chris Aslhey y Himanen Pekka en el apogeo de la era Web 1.0, y últimamente Ken Robinson, y Roger Schank 
  • Chris Aslhey: Las plataformas LMS “son rígidas, verticales, jerárquicos y que siguen el paradigma de los pupitres en filas con el docente adelante, y que no hay lugar para que el estudiante asuma el liderazgo, para colaboración genuina o para el tipo de trabajo – investigación, redacción, demostración de aprendizaje – que se requiere para un aprendizaje basado en proyectos y en investigación”.
  • Himanen Pekka: “La ironía es que la actual academia tiende a eproducir la estructura de aprendizaje emisor-receptor propia de los monasterios. La ironía generalmente se amplía cuando la academia construye una ‘universidad virtual’: el resultado es una escuela monacal computerizada”.
  • Ken Robinson: “El futuro de la educación no es una réplica digital de un aula”.
  • Roger Schank: "El e-learning es la misma basura, pero en un sitio diferente. Las escuelas cogen las nuevas tecnologías y las arruinan"
La situacion se agraba cuando se piensa que el problema del uso de la nueva tecnología de enseñanza es metodología y no de espacios: "Dotar a las escuelas de herramientas tecnológicas del siglo 21 para usarla con metodologías de enseñanza del siglo XIX y XX no hará mucha diferencia. Cambiar el pizarrón por la pantalla no revolucionará la educación" (Gabriel Sánchez Zinny). Si somos honestos, la nueva tecnología no exige otras metodologías, sino otros espacios, espacios muy distintos a los del siglo XIX y XX, espacios no-aulísticos. Habrá que esperar otra década para convencernos que el lugar propio para las nuevas tecnologías y tecnologías móviles no es el aula.

Uno de los grandes errores históricos del presente ha sido asumir a la “soltá” que el uso de la tecnología en la enseñanza requiere metodologías específicas, distintas a las del aula sin tecnología. Como si las discusiones, foros, colaboraciones, exposiciones, dramatizaciones, historias, investigaciones y proyectos en la presencialidad no se pudieran trasladar a la virtualidad y viceversa. Los espacios y los tiempos, por disímiles que sean, no afectan en nada a la esencia de la metodología educativa. El foro y la colaboración siempre serán lo que son tanto en el espacio presencial como en el no-presencial, en el tiempo escolar como en el tiempo extraescolar. Por aquello de que la metodología de la clase presencial no sirve para la clase no presencial, las investigaciones de los principiantes que contrastan espacios y tiempos presenciales con los no presenciales acostumbran arrastrar éste y otros mitos (como el de la soledad y el desamparo) y suelen utilizar distintas metodologías para el grupo control y experimental, contaminando los resultados. Ni el espacio aulal ni el virtual se alían con metodología alguna, excepto en aquellos casos en los que la tecnología conlleva, de calle, una metodología específica, como la tecnología de las redes sociales, presenciales o virtuales, que arrastra inexorablemente consigo la teoría socio-cultural de Vigotsky.



2 comentarios:

  1. soy profe de Comunicación Audiovisual y de Produccion Audiovisual, en la escuela también hay materias de Lenguaje Multimedia e Informática, no te imaginás la cantidad de cosas super creativas y expresivas que se hacen, además de cortometrajes y animaciones, con celulares, notebook, y netbook. Es una lástima que para valorar tu arte tengas que despreciar los otros espacios, creeme vas por el camino equivocado, lo antiguo y lo nuevo, lo análogico y lo digital se complementan. Hay que adaptarse para sobrevivir, ya lo dijo Darwing.

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    1. Estoy contigo. Si el contenido curricular es de costura, será necesario inundar la sala de clase de máquinas para coser y bordar.

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Muchas gracias

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