En mayo de 2011, Bruce Schneier explicaba en una conferencia en Madrid por qué Facebook (yo añadiría y Twitter) no cobra por el uso de su plataforma. “Los usuarios de Facebook no somos sus clientes; somos su producto, que vende a sus clientes. Facebook gana dinero a partir de lo que la gente cuenta en su red. Y cuantos más usuarios tenga y cuantas más cosas expongan de su vida mejor, porque eso significa más ingresos para ellos“. Twitter también comercializa los datos de sus usuarios, los cuales “contienen información muy valiosa, si se sabe aprovechar. Dicen mucho acerca de quién, cómo, cuándo y dónde se ha originado el tuit. Un filón para quien se dedique a la minería de datos que, después venderá a las agencias de publicidad y mercadotecnia.” ( El País).
Las redes sociales son un mal necesario, como las cámaras vigilantes del vecindario, parques y centros comerciales. Es necesario salir de la casa, aunque registren nuestra identidad física. Me cuesta tanto utilizar las redes sociales horizontales de Facebook y Twitter, que sólo entro a sus plazas para aceptar el pedido de alguna que otra amistad o familiar, por aquello de que hay que ser cortés, e inmediatamente me desaparezco. Prefiero las redes sociales verticales de poco tráfico por sus ventajas tanto para el estudiante (puede integrar cualquier trabajo en cualquier formato) como para para el maestro (con un solo clic en el perfil del estudiante tiene una visión clara de su eficiencia).
Los verdaderos clientes de Facebook son las empresas que realmente pagan por los datos, y por el acceso a nuestros ojos en forma de publicidad. Las horas que los usuarios de Facebook gastan en actualizar perfiles e historias es el trabajo que la red social vende a los investigadores de mercado y anunciantes a los que sirve (Douglas Rushkoff ).
Desde que los padres de Arantxa, estudiante del grado once de la Escuela Pública, le regalaron un Galaxy, ya no se comunica con Facebook sólo después de salir de la escuela, al llegar a casa. Ahora, la comunicación virtual con sus amistades es continua: antes de ir a la escuela, camino a la escuela, durante las clases y al salir de la escuela. Quién perdió en este nuevo escenario fue la Laptop, que terminó abandonada de forma despectiva y permanente en el gavetero; éste es el principio del fin de la era Laptop.
Desde que los padres de Arantxa, estudiante del grado once de la Escuela Pública, le regalaron un Galaxy, ya no se comunica con Facebook sólo después de salir de la escuela, al llegar a casa. Ahora, la comunicación virtual con sus amistades es continua: antes de ir a la escuela, camino a la escuela, durante las clases y al salir de la escuela. Quién perdió en este nuevo escenario fue la Laptop, que terminó abandonada de forma despectiva y permanente en el gavetero; éste es el principio del fin de la era Laptop.
Nosotros somos el producto que Facebook, Twitter, etc, adquieren sin costo, todos los días, a cada hora, para venderlo posteriormente al mejor postor, en general clientes ávidos por saber qué es lo que pensamos, queremos, tememos, necesitamos, y en definitiva, queremos comprar (Andrés Subercaseaux).
En el buen sentido de la palabra, nosotros somos el producto y el botín de Facebook, Twitter y otras redes con piel de cordero. Sabe Dios si algun día nos transformemos en clientes para compartir el botín.
Por principio y por creer que está sobre-pago aceptar ser botín, me he negado rotundamente a pagar por el montaje de una red social. Es cierto que he tenido que emigrar en tres ocasiones (Ning, Grou.ps y Socialgo) con más de 1000 socios-producto a cuestas. Al principio te ofrecen villas y castillas, y cuando la fiesta está en pleno auge, te pasan factura. Ultimamente he decidido crear redes verticales gratuitas (todavía quedan) sólo para enseñar y aprender; si participo en alguna que otra red social, hago como gallina en el nidal: pone un "huevo" y se va.
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