Suele
incluirse en los adiestramientos de Alfabetización
digital, la alfabetización Tecnológica
(Tecnología pensada como herramienta, uso de aplicaciones para construir), la Informacional
(Curación de contenidos, el PLE, saber donde está el conocimiento), la Comunicacional
(Conversaciones, colaboraciones, argumentaciones, Redes, Plataformas LMS, ecología o ambientes de aprendizaje),
y la Mediática (pensamiento y actitud
críticos frente a los medios, convivencia digital, nética). Todas estas áreas pueden cubrirse con una
pequeña dosis de ganas, sin la necesidad de adiestramiento alguno sobre Alfabetización digital.
Tal
vez, en la década del 90, en la era PC, se justificaban los adiestramientos
para el manejo de herramientas basadas en la computadora, dada su complejidad y
la limitación de acceso a tutoriales y manuales. Pero en la era Web, la era de las
herramientas y programas simples, la era de información y del conocimiento por
doquier, no tiene sentido apelar a la falta de adiestramiento para usar las TIC
en la clase. Sin embargo, siguen proliferando adiestramientos para la
alfabetización digital, aprovechándose del esoterismo que acompaña a las
herramientas nuevas y a los ambientes de aprendizaje innovadores que aparecen
diariamente en el ciberespacio.
Adiestrar para desaprender
Las
herramientas basadas en Web son tan intuitivas que no necesitan adiestramiento
alguno para su manejo, a no ser el adiestramiento para desaprender. Pero como
el contenido de este tipo de adiestramiento es la vaciedad, el adiestramiento no ocupa espacio ni
tiempo. El requisito básico para un aprendizaje real es librarse de las
vivencias, experiencias, conocimientos, creencias, y paradigmas que tenemos en
nuestro cerebro y que, aun cuando fueron útiles en un tiempo, ya no lo son en
la actualidad. Ver al final la parábola budista de “La Taza de té vacía”. El
dominio de las herramientas 2.0 se adquiere usándolas, aprendizaje por acción.
No hay otra forma.
El aprender
para desaprender, sin adiestramiento alguno, requiere:
- Desaprender a solicitar ayuda en lugar de buscar la respuesta por cuenta propia. La información y el conocimiento están en La Nube, fuera del interior de uno mismo.
- Desaprender a no utilizar APPS innovadoras a no ser que el sistema me autorice o me adiestre cómo usarlas.
- Desaprender a ser heterónomo.
- Desaprender a salir de la “Zona de confort”. Aprender a reinventarse.
- Desaprender a usar TIC “a la cañona”, al “si no lo haces, no cobras”. Podemos dar testimonio de cómo la facultad utiliza herramientas complejas sin adiestramiento alguno, cuando está en juego el salario: entrada de notas al sistema, recibir y enviar emails, entrada de avalúos, etc.
- Desaprender a expresar ideas sólo hablando. Los niños prefieren enviar mensajes de texto (dominio del mini-teclado) a hablar.
- Desaprender a entablar conversaciones sólo físicamente.
- Desaprender a distribuir conocimiento en soportes tangibles, caros y egoístas.
- Desaprender a no aprender si no median adiestramientos, talleres o cursos formales.
- Desaprender a no aprender lo que quiero y cuando quiero, sin excusas.
Dado
que la falta de adiestramiento de la facultad aparece siempre como una de las
razones para justificar el fracaso de las TIC en el aula, las instituciones
educativas, en un intento de controlar el bajo rendimiento escolar, se dieron a
la tarea de ofrecer adiestramientos sin descanso para la alfabetización digital de la facultad. El
resultado siguió siendo el mismo o peor. Total, que se perdió mucho dinero y
tiempo para darse cuenta que las TIC no son para el aula, que son trans-escolares.
Sólo funcionan bien cuando se usan fuera del aula, para lo cual no hay voluntad, a no ser que
el tiempo extraescolar sea remunerado.
Desgana digital
Nuestras
investigaciones en acción demuestran que para usar las TIC en la clase no se
necesitan adiestramientos: a) para tener dominio de las herramientas Web con
las que el discente construye su conocimiento, b) ni para diseñar escenarios
virtuales de aprendizaje que permitan interactuar, compartir, colaborar,
publicar, transmitir, participar y crear. Es suficiente con que el docente CONOZCA
(saber, habilidad ínfima en la Taxonomía de Bloom) la existencia de dichas
herramientas y tenga HABILIDAD (poder) para crear escenarios virtuales de
aprendizaje, es decir, habilidad para registrase en sitios Web, la arena donde
se entreteje la malla del aprendizaje. La habilidad del docente para manejar
herramientas de construcción, bien sería, pero no es necesario; pues el
discente es quien construye. Para ninguna de estas dos cosas, conocimiento de
herramientas y habilidad para
registrarse en ambientes de aprendizaje, se requiere adiestramiento alguno. Entonces hay que concluir que el problema radica
en la ACTITUD (querer, ganas) y en
el COMPROMISO (creer) para reinventarse y para renacer; por aquello de que lo
de digital viene de nacimiento, los mal llamados "Nativos digitales".
Se espera que el docente del siglo XXI tenga previamente adquirida la competencia actitudinal (muy difícil de adquirir con adiestramientos) que me llegó directamente de Examtime: Entusiasta de las Nuevas Tecnologías. "El docente moderno no sólo debe ser innovador sino también un amante de las nuevas tecnologías. Ya sean iPads, proyectores o pizarras digitales, debe anticiparse a sus alumnos y estar a la búsqueda constante de nuevas TICs que implementar en sus clases".
Se espera que el docente del siglo XXI tenga previamente adquirida la competencia actitudinal (muy difícil de adquirir con adiestramientos) que me llegó directamente de Examtime: Entusiasta de las Nuevas Tecnologías. "El docente moderno no sólo debe ser innovador sino también un amante de las nuevas tecnologías. Ya sean iPads, proyectores o pizarras digitales, debe anticiparse a sus alumnos y estar a la búsqueda constante de nuevas TICs que implementar en sus clases".
Parábola budista de la Taza
vacía
Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por
la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la
vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el
monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como
signo de la misión cumplida. Y cada mañana ponía la taza
boca arriba, “la vuelta a cero”, para aceptar el obsequio de un nuevo día y nuevos retos; para iniciar
nuevamente el desarrollo de habilidades y destrezas que le permitan
mejorar su trabajo, abrir su mente a
otras situaciones y vivencias que le permitan encontrar nuevas soluciones a nuevos
problemas sin esperar al día siguiente o a que baje del cielo milagrosamente
la solución.
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