Platón y la Realidad Virtual
Platón distinguía entre el mundo de las ideas y, su contraparte, la manifestación física, proporcionando así un antecedente importante para el posterior desarrollo del costructivismo y, por consiguiente, de la cibernética. En la alegoría de la caverna, Platón plantea la diferencia entre la realidad ideal-virtual (Topos Uranos) y realidad físico-sensual (Universo).
Para Platón, los objetos materlales, la materialidad (nuestro Mundo material o Universo) son copias o sombras de los objetos ideales, la idealidad/virtualidad, que habitan en el Hyperuránion tópon (“lugar más allá de los cielos”). Los objetos del Universo dependen de los objetos ideales-virtuales del Hyperuránion tópon. La materialidad está sometida a la virtualidad.
Mientras el εἶδος (forma,
idea =virtualidad) platónico es un ente que tiene existencia por sí misma sin
dependencia de la realidad empírica-físico-sensual; la Φύσις (Physis), la materialidad
y sus derivados dependen de la idealidad/virtualidad, son apariencias (sombras,
ficciones, engaños o ilusiones) meras imitaciones y copias imperfectas de las ideas-virtualidades
perfectas.
También para la IA y el
movimiento Meta, los objetos digitales del mundo virtual (Metaverso) son
apariencias, ilusiones y ficciones que terminan refiriendo al mundo empírico-científico.
Eso fue lo que me dijo en una ocasión un chatbot: Lamentablemente, las
referencias proporcionadas en el escrito son ficticias y no corresponden a
fuentes reales.
El Mito de
Para Platón, en el mundo
perceptivo, las cosas que vemos a nuestro alrededor no son sino una ligera
resemblanza de las formas más reales y fundamentales que representa el mundo
inteligible o mundo de las ideas. Es como si viéramos una sombra de las cosas,
sin ver las cosas mismas. Estas sombras son una representación de la realidad (“una
ilustración de lo que debe ser” me dijo un día mi chatbot); pero no la realidad
misma. Esta metáfora es expresada explícitamente en el Mito de la caverna que a
continuación le transcribo:
Sócrates: En una caverna subterránea, con una entrada tan grande como la caverna misma y abierta hacia la luz, imagina hombres que se encuentren allí desde que eran niños, con grilletes en el cuello y en las piernas, sin poder moverse ni mirar en otra dirección sino hacia delante, impedidos de volver la cabeza a causa de sus cadenas. Y lejos y a lo alto, detrás de sus espaldas, arde una luz de fuego. Y, en el espacio intermedio entre el fuego y los prisioneros, asciende un camino a lo largo del cual se levanta un muro, tal como la pared que se coloca entre los titiriteros y los espectadores y sobre la que ellos exhiben sus habilidades.
Glaucón: Me lo
imagino perfectamente.
Sócrates: Contempla, a lo largo del
muro, hombres que llevan diversos vasos, que sobresalen sobre el nivel del
muro, estatuas y otras figuras de animales en piedra o madera, así como
artículos fabricados de todas las especies, ¿crees que los prisioneros puedan ver
algo, de sí mismos y de los otros, excepto la sombra proyectada por el fuego
sobre la pared de la caverna que está delante de ellos?, ¿y también, de la
misma manera, respecto a los objetos llevados a lo largo del muro? Y si
pudieran hablar entre ellos, ¿no crees que opinarían de poder hablar de estas
sombras que ven como si fueran objetos reales presentes? Y, cuando uno de ellos
fuese liberado, y obligado a alzarse repentinamente y girar el cuello y caminar
y mirar hacia la luz, ¿no sentiría dolor en los ojos, y huiría, volviéndose a
las sombras que puede mirar?, ¿y no creería que éstas son más claras que los
objetos que le hubieran mostrado? Y si alguien lo arrastrase a la fuerza por la
espesa y ardua salida y no lo dejase antes de haberlo llevado a la luz del Sol,
¿no se quejaría y se irritaría de ser arrastrado, y después, llevado a la luz y
con los ojos deslumbrados, podría ver siquiera una de las cosas verdaderas?
Glaucón: No, ciertamente, en el
primer instante.
(Extractado
del libro VII de “
El mito de la caverna es
importante en teoría de sistemas y cibernética, entre otras cosas porque se
trata de un precursor del principio de Korzibsky, que dice: el mapa no es el
territorio, y que es considerado como el enunciado más importante de la
filosofía de sistemas. Como hemos visto, se trata de una clara referencia a
aquello que hoy en día denominamos “realidad virtual”. El genio de Platón se
adelantó más de dos mil años a un tema que hoy es recurrente y que hemos visto,
por ejemplo, magistralmente plasmado en el argumento de la película Matrix.
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